Los cerezos

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Nos une la palabra, nos une un sentir

Eran las 7:50 de la mañana y aquel 23 de abril despertaba un poco lluvioso, el Gimnasio los Cerezos recibía a los estudiantes con un ambiente de feria, se respiraba la cultura de muchos países y celebrábamos las diferentes lenguas que se hablan en nuestro colegio. Quisimos rendir un homenaje no únicamente al Español y al Inglés, sino aprovechar la oportunidad para reconocer los dialectos de nuestros profesores nativos, y esto nos tomó por sorpresa a todos. Casi nadie imaginaba la riqueza que se escondía en la jocosa sonrisa de Akatue, quien nos mostró las maravillas de su país Ghana, e Inkyu quien es un gran ejemplo de la cultura coreana.

El clima fue piadoso y escuchó nuestros deseos, el sol comenzó a iluminar la plaza de banderas, donde esperábamos a todos nuestros chicos para comenzar la fiesta. A lo lejos se escuchaba un fuerte sonido de tambores y unos personajes increíbles de más de dos metros se asomaban entre los árboles. El asombro de los más pequeños no se hizo esperar y la música alegraba el pasar de esta compañía circense. Detrás de ellos, se conformaba una extensa caravana y recogíamos aquellos desprevenidos que no sabían qué estaba pasando. El espectáculo fue tomando más fuerza, y los trencitos no se hicieron esperar, como siempre los de primaria saltaban y corrían al ritmo de los artistas, mientras que los de bachillerato soltaron los prejuicios y se unieron al festejo, noveno encabezó uno de los trenes más grandes, hasta llegar al clímax del espectáculo en el que muchos de los niños, aunque sea por un día se convirtieron en intrépidos malabaristas y osados ayudantes de magia.

Pero no todo acabó acá, nos esperaba la feria itinerante de las lenguas y la cultura. Carpas y stands recibían a cada uno de los grupos, mientras que los expositores hacían gala de sus conocimientos y nos atraparon con sus presentaciones creativas. Una de las más llamativas fue Mensaje de cuervos, que inspirados en la serie Game of Thrones, replicaban pequeños rollos de textos escritos con plumas y tinta china. Otra parada obligatoria, fue la visita al stand de México, en la que debían crear Alebrijes, o como nos lo contaron en la película Coco, “guías espirituales”; y la historia mágica detrás de esta actividad es que, al regalar Alebrijes, estos sirven para espantar los malos espíritus de las casas. 

Finalmente, no podíamos dejar de lado las carpas de karaoke, donde los chicos desplegaban sus talentos artísticos y aprendían de la cultura coreana y el k-pop, al igual que el stand de Ghana, en el que experimentaron algunas tradiciones de este país africano como los juegos de Scrabble y Oware, uno de los juegos de tablero más antiguos que consiste en sembrar semillas en unos espacios y capturar las de los contrincantes. El cierre fue más literario por parte de la escritura de Haikus, pequeños poemas de tres versos al estilo japones, un mensaje conciso y muy profundo que se convirtió en dedicatorias de amistad y amor.

Y así fue, como actividad tras actividad, las palabras cobraban toda la relevancia del mundo, y sin ser conscientes, tejíamos el relato de la humanidad que nos fue legado hace miles de años, y que hoy, bajo la fortuna de un idioma hermoso y musical, varias generaciones nos íbamos uniendo en torno al juego, a la literatura, al arte. Un mismo espacio nos convocaba y servía como excusa perfecta para reconocer al otro, para ver en su mirada la noble esperanza de lo que podemos construir cuando nos unimos, cuando soñamos en colectivo y sacamos lo mejor de cada uno, y que la palabra sea y se siga convirtiendo en la  expresión del amor, el canto a la libertad y la esencia de nuestros sueños.